poema de homero
Ulises quiere saber y quiere ver, y se queda.Del mismo modo, cuando cruza el golfo de las Sirenas, tapa con cera los oídos de sus compañeros encorvados sobre los remos, pero no sus propios oídos y manda que lo aten al palo mayor de la nave, con orden de no desatarlo, a pesar de las señales que él les dirija en contra, porque quiere oir y conocer aquel mortal canto de las sirenas inmortales. Y después, en la isla E, entre aquella espesa floresta, las mágicas hierbas, los animales salvajes aprisionados y mansos; ¿quién canta dentro de la casa aquel canto suave?, ¿una mujer o una diosa?, ¿qué se esconde, qué peligro o qué celada, en el palacio misterioso? Euríloco advierte a Ulises que muchos de sus compañeros desaparecieron allí; sin duda los mataron; y le propone huir. Pero Ulises se ciñe la espada y va; otra vez quiere ver y saber.
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